Los "conejos"
En ocasiones, cuando los dedos son forzados en ciertas posiciones, se puede escuchar un pequeño estallido. Por ejemplo, si se oprime un puño con la otra mano, o si se entrelazan los dedos y se estiran con las palmas hacia afuera, o cuando se estiran.
Las articulaciones son el punto de contacto de dos huesos separados, que están unidos por tejidos y ligamentos. Todas las articulaciones del cuerpo están rodeadas por un líquido espeso y claro, llamado tejido sinovial. Cuando se estiran o doblan los dedos para tronarlos, se están forzando los huesos de la articulación a separarse. Al hacerlo, también se estira la cápsula con el tejido que rodea la juntura de los huesos. Ésto aumenta su tamaño, y por consiguiente disminuye la presión del fluído sinovial.
Ahora bien, en el tejido sinovial están disueltos varios gases, de la misma manera que el gas está disuelto en un refresco de soda. Estos gases pueden mantenerse en el líquido gracias a la presión. Con la disminución de la presión del fluído sinovial, los gases que están disueltos en él se vuelven menos solubles, y forman burbujas. Cuando se fuerzan los dedos a doblarse, la presión baja tanto que las burbujas de gas revientan, produciendo el conocido sonido.
El gas necesita alrededor de media hora para volver a disolverse en el fluído sinovial. Durante este periodo de tiempo, las articulaciones de los dedos no tronarán. Una vez que el gas ha vuelto a disolverse, se pueden volver a tronar los dedos.
Hasta el momento no se ha demostrado ningún efecto negativo producido por esta acción, ni se ha comprobado que exista ninguna relación entre el tronar de los dedos y el desarrollo de artritis. En personas que truenan sus dedos con mucha frecuencia, se ha detectado un pequeño debilitamiento en los tejidos de las articulaciones y, por consiguiente, un debilitamiento en la fuerza con la que pueden sujetar las cosas, probablemente debido al frecuente y repetido estiramiento de los tejidos.
Por otro lado, sí se ha detectado un aumento de la movilidad de las articulaciones después de tronar los dedos. Cuando se realiza esta acción, una serie de terminaciones nerviosas relacionadas con el sentido del movimiento, son estimuladas, y los músculos que rodean la articulación se relajan. El efecto es semejante al producido por una sesión quiropráctica.
No son solamente los dedos los que pueden tronar, sino que el sonido se puede producir en cualquier articulación, como las rodillas, los codos y las vértebras.
Las articulaciones son el punto de contacto de dos huesos separados, que están unidos por tejidos y ligamentos. Todas las articulaciones del cuerpo están rodeadas por un líquido espeso y claro, llamado tejido sinovial. Cuando se estiran o doblan los dedos para tronarlos, se están forzando los huesos de la articulación a separarse. Al hacerlo, también se estira la cápsula con el tejido que rodea la juntura de los huesos. Ésto aumenta su tamaño, y por consiguiente disminuye la presión del fluído sinovial.
Ahora bien, en el tejido sinovial están disueltos varios gases, de la misma manera que el gas está disuelto en un refresco de soda. Estos gases pueden mantenerse en el líquido gracias a la presión. Con la disminución de la presión del fluído sinovial, los gases que están disueltos en él se vuelven menos solubles, y forman burbujas. Cuando se fuerzan los dedos a doblarse, la presión baja tanto que las burbujas de gas revientan, produciendo el conocido sonido.
El gas necesita alrededor de media hora para volver a disolverse en el fluído sinovial. Durante este periodo de tiempo, las articulaciones de los dedos no tronarán. Una vez que el gas ha vuelto a disolverse, se pueden volver a tronar los dedos.
Hasta el momento no se ha demostrado ningún efecto negativo producido por esta acción, ni se ha comprobado que exista ninguna relación entre el tronar de los dedos y el desarrollo de artritis. En personas que truenan sus dedos con mucha frecuencia, se ha detectado un pequeño debilitamiento en los tejidos de las articulaciones y, por consiguiente, un debilitamiento en la fuerza con la que pueden sujetar las cosas, probablemente debido al frecuente y repetido estiramiento de los tejidos.
Por otro lado, sí se ha detectado un aumento de la movilidad de las articulaciones después de tronar los dedos. Cuando se realiza esta acción, una serie de terminaciones nerviosas relacionadas con el sentido del movimiento, son estimuladas, y los músculos que rodean la articulación se relajan. El efecto es semejante al producido por una sesión quiropráctica.
No son solamente los dedos los que pueden tronar, sino que el sonido se puede producir en cualquier articulación, como las rodillas, los codos y las vértebras.
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