"Tengo que contarte algo, no sabes lo que me pasó"



Aún recuerdo su rostro desencajado y la mirada llena de angustia que transmitía. Aquella mañana de noviembre tenía un compromiso que cumplir, pero nadie se imaginó lo que sucedería. En su intento por mostrar lo mejor de sí había terminado en un lío que hoy, un año después, comentamos entre risas antes de almorzar. Aunque, pensándolo bien, no era nada divertido.

Sí, fue en noviembre cuando "el pequeño Walter" (sólo por su estatura, tiene 18 años), había conocido a un chico de intercambio: alto, blanco, ojos azules, cabello rubio, entre otras características de su natal Inglaterra. Su nombre era Michael y la única palabra que decía a duras penas y en su español masticado era "cigharow". Sí que debía conocerla, ya que tenía la manía de fumar cada vez que estaba nervioso. Esa vez el pequeño Walter lo ayudó a encontrar el ubicuo salón 209 y desde ahí se transformaría en su intérprete y gran amigo.


Una tarde de aquellas, Michael lo invitó a tomar un café en los alrededores de la universidad y Walter, aprovechando los diez minutos de tolerancia, aceptó sin vacilar. "Un café antes de clases me despertará", pensó. Caminaron por un rato mientras le recordaba los nombres de las facultades y sus características: En Ciencias El 80% de estudiantes son hombres, el 19% son mujeres que parecen hombres y un 1% SON mujeres. Jajajajajajaja, rieron antes de ingresar al local.


Se sentaron en la mesa más próxima a la puerta, dejaron sus mochilas en el suelo y pidieron el café que se habían prometido. Walter hablaba de los cursos y de la jefa de práctica más aburrida que le había tocado, su salón pequeño que producía claustrofobia y la profesora de la segunda hora que nunca llegó; pero Michael se veía nervioso, se tocaba las manos, miraba a ambos lados y solo lanzaba sonrisas por compromiso. ¿Qué pasa?, dijo Walter, nada, respondió sin levantar la mirada de su taza de café. Walter intentó lanzar otra pregunta, pero Michael lo adelantó y dijo: Espérame un momento, ya vuelvo. Dejó su mochila, la taza a medio llenar, una casaca roja y su Mp3. Walter asintió dudosamente y lo vio alejarse a paso ligero. Ya vendrá.


5, 10, 15, 20, 25, 30 minutos pasaron desde que Michael se fue. La camarera rondaba la mesa y Walter trataba de ignorarla sorbiendo un poco más del café que hace buen rato había terminado. ¿Regresará? Walter movía cada vez con más fuerza la pierna izquierda por la impaciencia."No importa la clase, el chico no viene". Tomó su mochila, sacó unas monedas, pagó la cuenta y salió del lugar. Por poco olvida las cosas de Michael en la mesa.


Micros ivan y venían. Ni las bocinas de los autos, los gritos de lleva, lleva, menos aún el pitar del policía lo inmutaron. Miraba a la derecha e izquierda, arriba y abajo para encontrar a Michael, pero ningún rastro suyo. ¿Qué hago?, lo llamó, pero lo único que escuchó fue a la contestadora con una voz tan indiferente que parecía importarle poco lo que sucedía.
La tercera clase del día se acercaba y no podía perderla. Ya me llamará.


Continuará...

1 comentarios:

Anónimo dijo...

jajaja!.... modificala un poco!! k se vea mas interesante... az uso de tus tecnicas de redaccion!!!!!! jaja esa historiaaa es para que se lleve un oscar a mejor guión!!! xD!!! kien es walter??? pon anonimoo !! facil lo reconocen k roche!! no?? jaja

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